Tienen un nuevo nombre, pero han recuperado la función de las comadres, figura femenina que las nuevas costumbres sociales han optado por eliminar del entorno de las mujeres. Doulas o comadres.
«La nueva denominación es controvertida», afirma Carmen Escribano, doula desde hace veinte años, tiempo que lleva dedicada a dar consejo a las embarazadas desde su experiencia como enfermera en Valladolid.
«Soy doula desde hace tanto tiempo y no lo sabía». La doula ofrece apoyo y acompañamiento en el embarazo y en el parto. «No intervenimos en el proceso fisiológico, para eso están los médicos y las comadronas, pero sí hacemos un análisis sociológico», sostiene Escribano. La desaparición de la vida en comunidad con otras mujeres con experiencia sobre la maternidad obliga a muchas embarazadas a buscar el asesoramiento y el apoyo del cada vez más creciente oficio de doula. «Recuperamos la figura del comadreo, del traspaso de sabiduría ancestral.
Socialmente, las mujeres se sienten abandonadas porque la consulta del tocólogo no es el lugar más adecuado para contar sus intimidades y sus miedos y es ahí donde interviene la doula», dice Escribano De Japón a Australia, de Estados Unidos a Dinamarca o de Brasil a España, millones de madres comparten la misma vocación de enseñar a las mujeres embarazadas a encontrar su propia manera de vivir esta experiencia sin miedos. Esta es la labor de la doula, término que representa a una figura tan antigua como la propia maternidad que ha traspasado los clanes familiares para convertirse en un movimiento coordinado en el ámbito internacional y que en España cuenta con 53 miembros. Una doula es «una mano amiga», un pilar de apoyo que acompaña a las futuras madres durante la gestación, parto y crianza del niño, explica Escribano, la única doula que trabaja en Castilla y León que tiene página web propia, que ha ayudado y acompañado en el parto a mujeres leonesas. No hace tantos años que las mamás tenían a sus bebés en compañía de las mujeres de su familia, que las ayudaban en el trabajo del parto y la crianza del pequeño. Esas mujeres no estaban especialmente instruidas ni entrenadas, pero contaban con su experiencia.
Aunque las doulas disponen de formación específica relacionada con el embarazo, el parto y la crianza del bebé, su valor no está en la instrucción sino en su forma de ser. Básicamente habla con las mujeres, de madre a madre, para facilitar el sinuoso camino que supone la crianza. El valor de la maternidad Esta figura femenina ha vivido la maternidad y tiene el concepto de que es fundamental en la vida de las personas, «No juzgamos, escuchamos y contamos nuestra experiencia para deshacer miedos y desconocimientos», afirma esta especialista. La falta de un trato más cercano crea inseguridad y aumenta el nivel de oxitocinas, que puede originar complicaciones en el parto, «hay estudios que demuestran que la presencia de una doula disminuye el número de cesáreas y aumenta el número de mujeres que se decantan por la lactancia materna». Cantar, bailar, conversar, ayudar en las tareas de la casa o simplemente estar presente, son algunas de las funciones a través de las cuales estas mujeres trabajan el aspecto menos atendido por los hospitales, las emociones de la madre, con un fin muy concreto, evitar que ésta traspase sus miedos al feto.